Notes
70 minutos suaves, 70 minutos lentos, 70 minutos a ritmo constante y muy cómodo... la teoría me la sabía muy bien, y durante la primera media hora he sido un alumno aplicado rodando a ritmos por encima de los 6' el km, pero en un aciago momento decidí cambiar la tranquilidad de El Bercial por el bullicio del centro y se ha traducido en unos imprevistos cambios de ritmo, una velocidad mayor de la buscada, y una discusión interna sin reconciliación posible entre mis papilas gustativas y el atrofiado olfato por un lado y las piernas por otro cuando al pasar frente a la estación de Getafe Central me he visto rodeado por un montón de casetas donde estaban cocinando unos "yo que se" que resultaban muy tentadores.
La respuesta de las piernas ha sido apretar más y hacer oidos sordos (si es que eso es posible para unas piernas) a los cantos de sirena que tanto el sentido del gusto como del olfato lanzaban con la esperanza de que me parara en alguno de los puestos.
A partir de ahí las piernas han ido cada vez más deprisa para terminar los últimos dos kilómetros en algo menos de 9 minutos y así acallar, aunque fuera por agotamiento, las protestas del sistema digestivo.
Creo que tengo que plantearme muy seriamente el hacerme con un cerebro que además de llenar el hueco de la cabeza sea capaz de poner orden en el caos de mi persona.